martes, 3 de noviembre de 2009

Cuestión de actitud

Si hay algo que por encima de todas las demás cosas influye en la vida de uno, eso es, sin duda, el estado de ánimo. Y digo que es lo que más influye porque es lo que nos determina en cada momento. Incluso más que una influencia como la que puede suponer la confesión religiosa, la ideología política o los valores personales. Esto es porque estos últimos aspectos influyen pero de una manera más general, más abstracta y casi siempre menos reconocible.

La actitud con la que afrontas cada acontecimiento de tu vida determinará, casi con seguridad el desenlace de éste. Y es verdad, cuando uno se siente bien hacia algo, con ganas, con ilusión, suele salir bien parado, satisfecho, feliz. Sin embargo, cuando uno afronta las cosas con una actitud negativa, hasta el más mínimo revés puede suponer el peor de los pesares. Lo que quiero decir es que todo depende de como uno lo quiera ver, todo. Ya te pueden venir con los argumentos más racionales del mundo que si no lo percibes así, los desoirás, no te convencerás y seguirás viendo el asunto como al principio, según la actitud que tengas hacia él.

Por tanto, lo de que el ser humano es un animal racional es, en muchas ocasiones poco ajustado a la realidad. Sería más acertado decir que el hombre es un ser actitudinal, que se mueve seguiendo la percepción de la realidad que tiene en cada momento, de la actitud que le sugieren los acontecimientos y como se siente a la hora de afrontarlos.